La mayoría de organizaciones se obsesionan con fijar objetivos ambiciosos pero a menudo fracasan porque carecen de los sistemas adecuados para conseguirlos. James Clear, en su bestseller Hábitos atómicos, nos plantea que el éxito no depende exclusivamente de las metas u objetivos que definimos, sino de los sistemas que diseñamos para alcanzarlos.
Metas VS Sistemas
Entender la distinción entre metas y sistemas es esencial para alcanzar resultados significativos y desarrollar hábitos sostenibles.
Las metas son un resultado específico que se desea alcanzar. Las metas son motivadoras y necesarias porque nos ofrecen una dirección y un propósito concreto. Pero son temporales, dependen del resultado y no garantizan cambios sostenidos en el tiempo.
Los sistemas son un conjunto de procesos que llevamos a cabo para poder conseguir las metas. Es el cómo y el qué hacemos cada día para acercarnos a nuestro objetivo. Los sistemas se fundamentan en un proceso continuo y diario asegurando cambios sostenidos a largo plazo.
Al centrarnos en sistemas efectivos, el logro de las metas se convierte en una consecuencia natural. El éxito no depende de establecer un objetivo ambicioso, sino de diseñar sistemas que aseguren un progreso constante.
¿Cómo implementar un enfoque basado en sistemas para la gestión de personas?
1. Evaluar los procesos actuales
¿Los sistemas actuales están diseñados para facilitar el camino hacia nuestras metas?
Acción: Realizar auditorías de procesos regulares para identificar obstáculos o ineficiencias.
Por ejemplo, si la meta es aumentar la retención de las personas que forman parte del equipo, podemos evaluar los sistemas con alto impacto en la experiencia del empleado: acogida, comunicación interna, planes de desarrollo profesional, etc.
2. Priorizar pequeñas acciones
James Clear plantea la idea que realizar mejoras de un 1% de forma diaria, generan grandes resultados a largo plazo.
Acción: Detectar áreas clave donde podamos hacer pequeñas mejoras, como automatizar tareas repetitivas, reducir pasos innecesarios o introducir micro entrenamientos, por ejemplo.
3. Empoderar a las personas para contribuir al sistema
Acción: Involucrar al equipo en el diseño de procesos. De esta forma además de garantizar que los sistemas sean prácticos y útiles, fomentan el compromiso del equipo.
Por ejemplo, si estamos diseñando un sistema para la gestión del tiempo, solicitar al equipo sus ideas sobre cómo reducir interrupciones o establecer prioridades claras.
4. Adoptar un ciclo de mejora continua
Acción: Revisar y ajustar los sistemas de forma continua para garantizar que evoluciona y está alineado con las necesidades de la organización.
5. Priorizar la cultura sobre los resultados
Acción: Construir una cultura donde los sistemas bien diseñados se valoren más que los resultados inmediatos.
Por ejemplo, si el equipo no alcanza un objetivo, evaluar primero si el sistema de apoyo fue insuficiente antes de culpar al desempeño individual.
Conclusión
El cambio duradero y el crecimiento en una organización no vienen de fijar metas ambiciosas, sino de diseñar e implementar sistemas que impulsen acciones y conductas sostenibles en el tiempo.
Los resultados son un reflejo de los sistemas que los preceden. Invirtamos en ellos, y dejemos que el éxito sea la consecuencia natural.