Efímero, volátil, etéreo, inestable, indefinido, fugaz, … así es nuestro entorno, nuestro medio social, como hace unos años pasaron a resumir con el acrónimo VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo). Palabras que han pasado a definir nuestra realidad, el mundo en el que operamos. Un mundo fragmentado a todos los niveles y en todos los ámbitos: los servicios, los productos, el trabajo o la educación.
Nuestro proceso de aprendizaje a lo largo de la vida trata de aportarnos referencias que nos sirvan para movernos, actuar y transformar nuestro entorno. Ahora estas referencias se tambalean, no perduran en el tiempo. Lo que ahora es fiable no tardará en volverse engañoso. La honestidad que viste cada compromiso y acuerdo, se quiebra con facilidad. Lo que hoy es bueno y saludable, mañana se considera dañino. Las personas que se alzaban como grandes referentes o las instituciones que nos amparaban, hoy pierden nuestra confianza. Esta situación nos genera sensación de ir a la deriva, de falta de norte, de guía. Nos caracteriza una cierta necesidad de encontrar sentido a lo que somos, lo que hacemos y el lugar en el que nos encontramos.
Estamos atrapados en un realidad pasajera, que a su vez reclama unos cimientos firmes que la sostengan, cuando no existe ninguno.
¿A qué agarrarnos? Tenemos la necesidad de encontrar alguna referencia que nos permita hacer frente a tal complejidad. Nuestro cinturón de seguridad, ese salvavidas al que recurrir cuando todo se tambalea. La única constante es tu conciencia de ti mismo, somos nuestra única constante en la vida. Se trata de nuestra capacidad de definirnos permanentemente en el presente que vivimos.
Estamos viviendo una vida fragmentada, porción a porción, y es en cada pedazo donde nos encontramos a nosotros mismos y nos reinventamos. Una revolución permanente que nos obliga a re-crearnos una y otra vez. Cada porción nos exigirá unas capacidades diferentes. Sólo las personas que sean capaces de saltar de una oportunidad a otra, crecer en la incertidumbre, desaprender y desafiar sus supuestos más básicos, alcanzarán sus metas y su bienestar. En el desarrollo de estas capacidades es esencial el papel de la escuela. El reto de la educación será ofrecer las herramientas necesarias para facilitar el autoconocimiento, afrontar retos, operar en escenarios diversos y transformarlos. Una búsqueda permanente de nuestra mejor versión.