“El mejor revolucionario es el que sabe escuchar cómo crece la hierba.” Marx.
Hace un tiempo leí acerca del concepto: Fragmentación del tiempo. En el contexto en el que lo encontré hacía referencia a que ninguna actividad se extiende más de unos pocos minutos.
Actualmente nos encontramos en un entorno complejo, en el que los cambios se suceden rápidamente. La globalización y el auge tecnológico han generado que estemos permanentemente conectados, vivimos online 24 horas al día, los 7 días de la semana. Cualquiera puede contactar con nosotros en cualquier momento, y cada vez más los momentos de paz y tranquilidad son difíciles de encontrar.
Esta situación parece no tener vuelta atrás, sino todo lo contrario. Entre las principales consecuencias de este fenómeno se encuentran la pérdida de concentración, observación y por tanto aprendizaje; todas ellas capacidades clave en nuestro desarrollo personal y profesional.
Percibimos el mundo como fragmentos separados, tendemos a centrarnos en los hechos pasando por alto las causas que los subyacen.
Nos centramos tanto en “apagar fuegos” que perdemos de vista la totalidad en la que estamos sumergidos. Nos dejamos llevar por la corriente prisioneros de las estructuras en las que nos encontramos, sin ser conscientes que somos capaces de alterar dichas estructuras.
Nos encontramos como la famosa fábula de la rana hervida: si pones una rana dentro de un cuenco con agua hirviendo saltará rápidamente fuera de él, sin embargo si la introduces en agua fría y una vez dentro vas calentando de manera progresiva el agua, permanecerá dentro sin darse cuenta hasta que ya sea demasiado tarde para saltar.
Esto es lo que nos está pasando con muchos de los cambios que estamos experimentando. Cuando nos queremos dar cuenta hemos adoptado una serie de conductas que determinan nuestro estilo de vida y la manera en la que nos enfrentamos al mundo.
La fragmentación del tiempo no es un cambio repentino, sino que se trata de una situación que se lleva gestando des del momento en el que los correos electrónicos se empezaban a agolpar en las bandejas de entrada, allá por el año 2.000.
Para evitar la fragmentación será calve:
- Entrenar nuestra capacidad de observación
- Dedicar momentos a la concentración y sobretodo a la reflexión sobre las decisiones que tomamos.
- Ser conscientes del “aquí” y el “ahora”.
- Descubrir el significado intrínseco en todo lo que hacemos.
Sin este “darse cuenta” sentimos como el tiempo se nos escapa, se evapora; la productividad disminuye puesto que no hacemos más que saltar de tarea en tarea sin valorar prioridades, causas o consecuencias.
Obtenemos mejores resultados cuando estamos plenamente dedicados y mimetizados con la actividad que realizamos, cuando alcanzamos ese placentero estado de fluidez. Encontrar momentos de pausa activa nuestros recursos y nuestras capacidades se ponen al servicio de “ese momento”.
Os dejo este breve fragmento de “El guerrero pacífico”, una película que muestra la importancia de vivir el momento presente.
¿Dónde estás? Aquí
¿Qué hora es? Ahora
¿Qué eres? Este momento
https://www.youtube.com/watch?v=y-qb4_0pLko