“El principal propósito de la vida es tener una vida con propósito.” Robin Sharma.
A lo largo de nuestra trayectoria profesional coincidimos con muchos y muchas profesionales con una actitud hacia el trabajo muy diferente. Nos podemos encontrar desde persones que aparecen el lunes por la mañana sin alma y pasan la semana esperando recuperarla el viernes por la tarde, a otro tipo de personas que mirándolas a los ojos sabes que no se podrían imaginar a si mismas haciendo otra cosa diferente. Salvando los matices intermedios, ¿qué diferencia una situación de otra?
En Japón tienen un término para ello: Ikigai, traducido como “la razón de ser” o “la razón de vivir”. Ese impulso que te lleva a despertar cada día: tu PROPÓSITO.
Todas las personas pueden tener un propósito, algunas lo encuentran antes y otras transitan por la vida sin saber que lo tienen, pero si generan el entorno adecuado estoy segura que tarde o temprano acaba emergiendo.
Para construir nuestro propósito existen cuatro factores fundamentales: misión, pasión, profesión y vocación.
MISIÓN
¿Te ha pasado alguna vez que estás tan inmerso en una tarea o actividad que pasa el tiempo volando? Se trata de aquellas tareas con las que podríamos pasar horas, incluso cuando dejamos de hacerla continuamos pensando en ellas.
Esa sensación es fruto de amar lo que haces y al mismo tiempo sentir que estás contribuyendo a algo superior que trasciende la tarea en si, genera un valor añadido, ofrece una aportación especial ya sea para el mundo, tu comunidad o las personas que te rodean, por ejemplo. No importa el nivel ni la dimensión, sino simplemente la sensación de saber que estamos generando un valor añadido.
PASIÓN
La pasión es el punto de encuentro entre aquello que amamos y nuestro talento, aquello que se nos da especialmente bien. Tener talento en algo no es suficiente si no disfrutas de aquello que haces. Si logramos encontrar el encaje entre lo que nos gusta y se nos da bien hacer, nuestra vida profesional será totalmente diferente.
En este sentido, cuando hablamos de talento no hace referencia exclusivamente a un talento innato. Ciertamente hay muchas personas que a muy temprana edad disponen del entorno adecuado para detectar y desarrollar su talento, pero muchos de nosotros no corremos esa suerte. Se trata de un proceso de descubrimiento permanente que tiene dos aspectos fundamentales: El autoconocimiento y la curiosidad.
Hay personas que pueden pasar toda una vida sin haber descubierto sus talentos, pero que no lo haya descubierto no significa que no los tenga, significa que no se conoce lo suficiente y por lo tanto no ha podido generar las oportunidades necesarias para desarrollarlos. Por esta razón es importante el autoconocimiento y éste es un ejercicio que debe hacerse a lo largo de toda la vida. Siempre tenemos oportunidad de sorprendernos a nosotros mismos.
Para desarrollar este autoconocimiento es importante disponer de cuantas más experiencias mejor, mostrarnos curiosos en nuestra interacción con el mundo, sólo así podremos discernir lo que nos gusta y lo que no, qué destrezas poseemos o qué emociones nos despierta, por ejemplo.
PROFESIÓN
No es suficiente encontrar el encaje entre aquello que hacemos bien y nos gusta si luego no podremos “vivir” de ello. Como ejercicio te propongo realizar un análisis del mercado laboral y ver qué tipo de profesiones estarían relacionadas con tu pasión.
En un inicio puede resultar difícil encontrar la alineación entre mi pasión y la demanda del mercado laboral, pero a medida que vayamos avanzando en nuestra trayectoria profesional se generarán oportunidades que nos pueden descubrir nuevos caminos que no habíamos imaginado. Por ejemplo, actualmente nos encontramos con profesiones que hace 10 años no existían. Vivimos en un entorno en constante cambio, pocas cosas son estables en el tiempo, no podemos predecir los cambios que vendrán, lo que nos obliga a convivir en un entorno laboral incierto.
La trayectoria profesional es muy larga y moldeable, existen muchas formas de materializar nuestro propósito y podemos reescribir nuestro camino tantas veces como deseemos.
VOCACIÓN
Cuando a través de nuestro trabajo tenemos la sensación de aportar o contribuir al mundo, a nuestra sociedad, a la comunidad, a nuestros sector…sea el ámbito que sea y a cualquier nivel, la sensación de satisfacción es mucho mayor.
Es importante escoger una profesión coherente con nuestros valores. Habrá profesiones bien remuneradas y que podamos ejercer muy bien, pero si no están alineadas con nuestros valores no estaremos dispuestos a desarrollarlas, incluso si te obligas generará un conflicto con tus valores que condicionará y afectará tu rendimiento, motivación, productividad y satisfacción.
Cada uno de estos elementos trabajados de manera aislada no tienen fuerza. Para construir el propósito necesitamos definir y alinear los cuatro elementos:
hacer bien aquello que nos gusta, que nos valoren/retribuyan por hacerlo y que aporte un valor añadido a nuestro entorno.
Si logramos encontrar esa conexión entre los cuatro factores tendremos un importante motivo por el que levantarnos cada mañana.
En una minúscula aldea japonesa una mujer se debatía entre la vida y la muerte. De pronto tuvo la sensación de ser separada de su cuerpo y subida al cielo, donde creyó escuchar la voz de sus antepasados.
¿Quién eres? – le dijo una voz. Soy la mujer del tendero – replicó ella. Yo no te pregunté de quién eres mujer sino quién eres tú. Soy la madre de tres hijos, contestó. No te solicité que me contestes cuántos hijos tienes sino quién eres. Soy una maestra de colegio. No quiero saber cuál es tu profesión, sino quién eres. La mujer no parecía dar una contestación adecuada a la pregunta, hasta que dijo: Soy quien se despierta cada día para cuidar y amar a mi familia y ayudar a que se desarrollen las mentes de los niños en mi escuela. Con esa respuesta aprobó el examen al que fue sometida y fue enviada de vuelta a nuestro mundo. A la mañana siguiente se despertó sintiendo un profundo sentido de significado y propósito: había descubierto su ikigai.