Cada vez más en las organizaciones nos encontramos con personas de 20 – 30 años, los denominados millennials, que deben liderar a personas de 40 – 50 años.
Esto hace un tiempo era impensable; convertirte en el líder de un equipo pasaba por permanecer varios años en la organización e ir ascendiendo en la jerarquía. La antigüedad era el principal factor que determinaba que una persona estaba capacitada para liderar un equipo. Ahora el éxito profesional no viene abalado por la experiencia o la antigüedad.
Como hemos comentado en anteriores ocasiones, nos encontramos en un momento en el que en las organizaciones conviven hasta cuatro generaciones, algo que no había pasado hasta ahora.
Debido a que el contexto y las experiencias de cada generación han sido diversas, esto genera diferencias en cuanto a la percepción sobre el trabajo y las relaciones.
Mientras que para las generaciones anteriores el éxito profesional dependía de encontrar la estabilidad y obtener cierto status social y económico, en las generaciones actuales el éxito profesional viene definido por encontrar un propósito, conectar pasión y trabajo.
Mientras antes se vivía pensando en el final del trayecto, ahora la atención se centra en el camino, disfrutar del presente sin tener que controlar el futuro.
Los millennials han nacido y crecido con las nuevas tecnologías, forman parte de su vida, y esta capacidad es clave en un mundo hiperconectado. La velocidad con la que se conectan determinan sus relaciones laborales.
Vivimos en un mundo cada vez más fragmentado, en el que ninguna actividad se extiende más de unos pocos minutos, y dónde permanecemos conectados 24 horas los 7 días de la semana, el trabajo siempre está presente, en cualquier momento y en cualquier lugar. Esto que es tan natural para los millennials, para las generaciones anteriores supone un quiebre, antes el trabajo se quedaba en el trabajo.
Debido al desarrollo tecnológico y producto de esta conexión permanente, el concepto de urgencia cambia, esperamos una respuesta inmediata. Enviar un mail un viernes por la tarde y no recibir respuesta hasta el lunes por la mañana, para un millennial puede resultar desconcertante, pero para un baby boomer puede ser lo más normal, como hemos dicho antes, el trabajo se queda en el trabajo.
De hecho, antes sólo se trabajaba en la oficina, ahora los espacios compartidos, la oficina en casa, la autogestión, la movilidad…, amplían las paredes de las organizaciones.
Las planificaciones a largo plazo no están hechas para los millennials, los resultados deben ser inmediatos, tienen la capacidad de cambiar de rumbo con total desapego, algo muy complicado para las generaciones anteriores acostumbradas a trabajar en base a grandes planes estratégicos y amplios proyectos a los que dedicaban gran sacrificio, disciplina y esfuerzo.
Los millennials adoran trabajar con otras generaciones, lo importante es compartir conocimiento estableciendo relaciones basadas en la igualdad y el respeto mutuo, sin jerarquía. Sin embargo las generaciones anteriores están más acostumbradas a que sean los mayores los que deben enseñar a los más jóvenes, es por esta razón que en ocasiones nos encontramos con que no aceptan el liderazgo ejercido por una persona más joven que ellos, les genera desconfianza y rechazo. Ellos crecieron en otro contexto y bajo otros patrones, al modificarse las reglas del juego les desestabiliza.
Los estereotipos y nuestras propias creencias son las que generan las barreras. No se es demasiado joven para liderar un equipo, ni demasiado mayor como para seguir aprendiendo.